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| 'Trifulca a la Vista'. Editorial Libros del Asteroide. |
Solemos afrontar la historia desde una visión paternalista y con la soltura o la seguridad que aporta sentirse el progreso frente a un pasado que, por definición, queda obsoleto y unido a ide(ologí)as un paso por detrás de las nuestras. Hechos que impiden valorar o reflexionar sobre determinados periodos de la Historia como merecerían. Sobre todo si los emparejamos con nuestra más severa actualidad.
Recuperar a escritoras como Nancy Mitford y sus ácidos retratos de la aristocracia Londinense de mediados de la década de los 30 puede ser muy revelador en este sentido.
Recientemente he leído ‘Trifulca a la vista’ (Wings on the Green), la tercera de las 13 novelas que escribió la hermana ‘novelista’ de las Mitford, una saga que no dejo indiferente ni a la prensa, ni a la sociedad del momento.
La novela fue publicada en 1935, en pleno ascenso del fascismo en Europa y frente a ello, Mitford, satiriza de una forma impecable (aunque algo inocente, imagino que por desconocimiento de las barbaridades que sucederían más tarde) a los devotos seguidores de los totalitarismos europeos y con ellos, hace un repaso generalizado de la sociedad aristócrata del momento.
Aunque no es de las mejores de la autora, si que tiene un punto de leyenda y de ‘cotilleo’ histórico que la hace especialmente interesante: ha estado descatalogada durante más de 75 años y se ha reeditado recientemente por las ampollas familiares que desató en su momento.
Y es que, Trifulca a la vista, encierra entre sus páginas una dosis importante de datos autobiográficos: dos de las hermanas Mitford fueron fervientes filonazis (hasta el punto que una de ellas trató de suicidarse cuando Inglaterra declaró la guerra a Alemania), una de las cuales se casó con Oswald Moosley (Fundador de la Unión Británica de Fascistas) retratado en la novela como el Capitán Jack (tres capítulos dedicados especialmente a este personaje fueron eliminados en su momento).
Pero fuera de todo ello, una de las cosas que más me ha gustado y he apreciado al leer la obra (un sentimiento parecido al que te infunden las novelas de Virginia Woolf o los poemas de Emily Dickinson) ha sido el descubrimiento de una sociedad mentalmente mucho más abierta de lo que se ha valorado a lo largo de la Historia.
Aparte del retraso ocasionado por el pensamiento Neardental del fascismo -hecho que retrata Mitford a la perfección en el personaje de Eugenia Malmais-, el concepto de la vida en sí misma, de las relaciones y de los prejuicios, así como de la forma en que son tratados, ya no solo por Mitford, si no por toda su generación (la Bright Young People) y de una forma más profunda por sus predecesores, el grupo de Bloomsbury, aluden a una amplitud de miras en muchos aspectos más amplia de lo que imaginamos. Algo que pide a gritos una lectura más profunda de ciertos aspectos de nuestro pasado.
¿Quién recuerda haber recibido una lección en el instituto sobre el progreso/retorceso de las ideas durante el siglo XIX/XX?
Es una de las asignaturas pendientes de la Historia: bajar un peldaño y situarse, de una forma algo más humilde, a una altura que le permita realizar la dolorosa autocrítica que supone que, tal vez y frente a determinados aspectos, nos encontremos recuperando posiciones más que ganándolas.


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